Es viernes. Llevás toda la semana pensando en este momento.
Invitaste a tus amigas a casa, querías que se sintiera íntimo, bonito, tuyo.
Decoraste la mesa, elegiste una playlist con intención, incluso compraste servilletas de tela.
La comida está en el horno. El vino enfriándose. Te
sientes en control, feliz.
Hasta que…
—¿Dónde está el baño? —pregunta una de ellas.
Y ahí, en ese momento, mirás hacia el baño de visitas
y te paralizas.
Toalla vieja. Dispensador genérico. Ningún detalle que
diga “pensé en esto”.
Pero luego recuerdas que esta vez ya tenías tu kit Ziva
y dejas que el baño hable por ti.

Tu amiga entra. Y al salir, solo dice una cosa:
—Tu baño… ¡Wow!

Cuando recuerdas cómo eran aquellos fines de semana…

Largos y cansados, caminando por el mall con el carrito sin rumbo.
Buscando algo para tu baño de visitas y volviendo siempre al mismo punto:
Nada combina. Nada te convence. Y la tarde se va sin
darte cuenta.

Te llevas a casa la frustración… y el baño sigue igual.

Con Ziva eso quedó atrás: sin vueltas, sin pasillos, sin perder tu tiempo.

Ahora los fines de semana son tuyos… y tu baño de visitas siempre está listo para impresionar.